domingo, 14 de julio de 2013

Refrescarse con elegancia...

Mi primer verano en España me sorprendí mucho por la soltura con la que muchas chicas usaban los abanicos. En mi país este gracioso objeto era más bien el típico accesorio de la abuela, y nunca había pensado en poder llevar uno en mi bolso.

Pues la península ibérica ha conseguido hacerme cambiar de opinión, y ahora más que nunca estoy muy convencida que un abanico puede ser un complemento magnifico tanto para llevar a diario, como para eventos especiales.


El origen de este complemento de uso tan común en España se pierde en el tiempo. Los primeros abanicos no tenían la forma que conocemos hoy. En el Antiguo Egipto fueron creados imitando las formas de la naturaleza, y eran símbolos de vida y fecundidad.

Flabelos egipcios.
Abanicos grandes con mango, de uso ceremonial.


Pero en Oriente su estructura evolucionó. Allí, artesanos expertos inspirados nada menos que por la estructura de las alas de los murciélagos, crearon el abanico tal y como lo conocemos hoy: complemento perfecto para más de un estilo a lo largo de los siglos.

Gilda Gray, 1924
Christian Dior, 1953
Actualmente hay abanicos que se inspiran en estilos diferentes, y se adaptan fácilmente a cualquier outfit, permitiéndonos soportar el calor, sin perder un ápice de glamour.

Lanvin


Louis Vuitton
Y más de una celebrity se ha dejado seducir por estos complementos.


Tilda Swinton

Katy Perry en el frot row de Jean-Charles de Castelbajac.
Según el diseñador "Los abanicos son las T-shirt del siglo XXI".

Victoria Bekham

Jennifer Lopez


Olivia Wilde
Y si decidís de añadir un abanico como complemento a vuestro look, no penséis en él como si fuera un personaje secundario. Madame de Staël, en la época de mayor apogeo del abanico afirmaba: “Imaginemos a una encantadora mujer, espléndidamente vestida, elegante y graciosa en grado sumo: mas, a pesar de todas estas ventajas, si muestra maneras burguesas al manejar su abanico, en cualquier momento puede convertirse en un hazme­rreír. El abanico confiere una elegancia especial a aquellas que saben cómo manejarlo: dándole vueltas, cerrándolo, abriéndolo, levantándolo o bajándolo, según las circunstancias. Hay muchas formas de jugar con esa preciosa prenda, de modo que por el mero movimiento del abanico se puede diferenciar una princesa de una condesa, una marquesa de una plebeya".

Una indicación, si estáis en Madrid y queréis un buen abanico, os recomiendo la tienda Casa de Diego, en la calle Mesoneros Romanos, 4.

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